UN ESTRACTO DE VIDA

Y la vida es extraña como extraños son los designios de Dios,
En el torbellino de la vida nos enredamos en numerosas vidas que encontramos en esa fuerza del viento entre el polvo y el abismo a nuestros pies; señalados por numerosos ojos inundados de llanto y gozo, envidia y malicia.

El amigo sincero a tu lado, fuerza de voluntad y cariño, con palabras dulces y palabras de acero ardiente, sellando y lacerando la mente marcando el destino y aseverando el futuro, nos vemos como somos ante el espejo de una mirada antigua, reflejo de vivencia y suerte de camino cansado.

Entre los andares y las llagas, sudores de tierra confundidos, tatuando en nuestra alma la suerte de la vida, el alivio en los brazos de la mujer amada, el calor del seno materno, la firmeza de la mano de tu padre, eternos guardianes tus sentidos del transcurso de los días, que sientes que percibes y te llega una aroma a perfumes y aliento.

Te reconoces ante los niños que juegan inocentes en un parque, en su sonrisa llena de vida y color, cuando el verde de los campos y las hojas de los árboles rebosan con fulgor ante los rayos de sol acariciando su sonrisa, ojos entre abiertos, la esperaza en las manos que juegan con la tierra y la fecundan, con la misma verdad con que los insectos fecundan las flores, que mecidas por el viento claman la belleza de la vida entre risas y brisas.

Cuando de la mujer amada, sus calidos besos, entre sus piernas ardientes encuentras tu lecho, en el pecho una herida lejana, una cicatriz del alma, te abandonas ante su seno que se ofrece, suave, materno, un beso mas y tu alma encuentra la calma, una caricia en tu cabello una mirada de pupilas dilatas, lengua que te penetra vehemente los labios, y te humedece te alivia te sana, es veneno también, es deseo ardiente es sumisión y ventaja a la ves, es maraña que engaña y se teje en tu cuerpo, piel de hada, envuelta en seda, entre sudores y gemidos te entrega el cuerpo el corazón el alma entera, pero siempre, en constante espera, en momentos se agazapa y te lleva de sus manos y su vientre a la muerte lenta que es el aroma de su sexo abierto, hambriento manantial de sales y soles que bebemos y nos embriagan, entre cumbres de Venus cabalgamos en la selva húmeda de rulos incitantes, que exploramos y entendemos, un mapa en la mujer hacemos, de lugares ocultos y sensaciones marcadas con una cruz y un beso.

Mas cuando el idilio de los días y las noches eternas terminan, nos encontramos uno a uno en el ojo de este abismo, de este huracán que ya no es más un torbellino, desnudos ante la vida corazón abierto, amor incierto.
Con nuestras armas depuestas en hastío y deseos no concluidos, esperamos la puesta de sol que nos lleva, a un horizonte desconocido una nueva batalla comienza, una amor por conocer una prueba que vencer, la paz del infinito amanecer.