El elevador vengador

Nunca lo ovidaré, fue uno de mis más grandes pecados (si la tortura de infantes es catalogada como pecado). Estábamos en nuestro depa de Barcelona en la calle Arago frente al Parc Miró, nuestra casera tenía un pequeño hermano-hijo-warever bastante castrosito, no era mala gente, quizás sólo era un chico despierto, perspicaz y preguntón...sus frases favoritas eran "Qué's eso???" y "Eres un tonto", con un extraño acento chileno-catalán, Alex se llamaba y tenía alrededor de 7 años.

Alex jugaba con cualquier cosa que sus pequeños ojos encontraran, juguete, basura, comida, etc. para su imaginación no había límites. Por alguna razón nos visitaba seguido, a lo mejor le caíamos bastante bien o a lo mejor era medio masoquista.

Fueron varios días de paciencia agotable, aunque no eran seguidos, la mayoría de las veces Alex me sacaba de mis casillas por cualquier cosa, no se si en realidad hacía preguntas estúpidas o si así son todos los niños de esa edad, el agarrar nuestras cosas y jugar con ellas era su diversión absoluta, o quizás era ver nuestras caras de purga inminente.

Recuerdo que ya en alguna ocasión había tenido con él un roce, teníamos una de esas manitas pegajosas que se estiran en el cuarto, Alex llegó y no nos dió tiempo de esconderla, bueno ustedes se imaginarán lo que pasó, se volvió loco por unos instantes tratando de atrapar con la manita todo lo que encontraba y ya hubiera querido yo la manita para atrapar a mi paciencia que había escapado. En un descuido se la arrebaté e hice como si la aventara por la ventana...su cara fue de sorpresa-infarto-credulidad-miedo y varios sentimentos más que sus ojos se atrevieron a revelarme.

Nuestra risa duró varios semanas...

En otra ocasion, por alguna razón nos encontrabamos corriendo dentro del piso, no recuerdo por qué, pero en una de ésas sali corriendo con dirección al elevador, quizás con el afán de escapar del pequeño chingaquedito, él venía detrás de mí, abrí la puerta exterior del elevador y esperé a que abriera la puerta automática, Alex se acercaba peligrosamente, las puertas se abrieron y me metí como si fuera por herencia, desgraciadamente la puerta tardaba en cerrar, lo que dió tiempo a que Alex alcanzara a entrar... pero Oh, Dios, 18 años más de vida me dieron la inteligencia de reaccionar hábilmente... En el momento que Alex entró, yo me salí y la puerta se cerró con Alex adentro, yo le había mandado hasta la planta baja desde el piso 4, recuerdo su carita a través del la ventanita del elevador, un gran puchero desesperado al borde del llanto... realmente no se porqué se awitó, si nomas lo mandé 4 pisitos abajo...

Nuestra risa duró varios meses...

Peraloka... Si me buscas, me encuentras...