Túnel tupido de pastito

Oh dios todo poderoso -que todo lo oye-, ya tengo un poco olvidado al pequeño bloggie, pero pues las ocupaciones laborales no me han dejado continuar, como sea, pienso seguir escribiendo aunque sea una vez por mes.

Hace unos días tuve que ir de visita -de doctor- a la bonita perla tapatía. Y vuelvo a confirmar que uno de mis grandes vicios es... caminar y caminar y caminar, eso sí; con unos audifonos bien puestos en su lugar -mis oidos-.

No se como hay gente que no disfrute de caminar, ni siquiera por lugares nuevos. Mucha gente hasta se estresa de saber que tiene que ir por algún rumbo desconocido, pero a mí en serio que me fascina, lo mejor de todo es que de antemano estudio la zona -gracias a google earth- y así ya no me pierdo tan fácilmente, pero si a caso me llego a perder.. pues que a toda madre. No me voy a morir. Si a esa extraña filia de perderse le suman el hecho de saber que caminando más de 4 kilometritos diarios haces el ejercicio mínimo sugerido por Pancho Pantera y el Tigre Toño, pues con madre. ¿que no?

Me gusta caminar por lugares donde sé que nadie me conocerá, siempre con una manzanita en mano y mi mochilita con casi nada dentro.

Pero ya cuando me canso de caminar entonces tomo algún camión -del cuál ya he estudiado previamente su ruta- y me gusta ver toda la gente que sube y baja, cada quién en su pedo, y no importa que el transporte en cuestión no sea fresón ni de lujo, al contrario; me agradan los asientos de plástico con un espacio ridículo para las piernas (o vaya, estan pensados para el chaparrin promedio). Siempre elijo el lugar que esta arriba de las llantas -el mas incomodo, claro- y me recargo en el tubo del lugar de enfrente con mis brazos cruzados y mi menton en ellos, mientras escucho una canción como la del siguiente video maravillandome de todo el bizarro paisaje urbanístico por más de 50 minutos, y todo por el precio de 6 pesotes. Que cool ¿no?