Si en algo se ha caracterizado la mayoría del cine latinoamericano es en tener poco dinero para hacer las cosas, y no es una regla general pero sí es común que las producciones de la región sean hechas con cerillos y clips en comparación con el cine Hollywoodense. Obvio que no pasa con todas las películas y habrá algunas que tengan una buena inversión, pero por lo general esas ya andan saltando en otros catres.
¿Qué tiene que hacer una película latina de relativo bajo perfil para llamar la atención?; historia. Todo se resume en eso, tener una buena historia. Desafortunadamente muchos sobrinitos creen que para tener una historia atrapante hay que meter sexo, drogas y muchas groserías, y si metemos todas al mismo tiempo pues con madre. Pero esta película nos muestra que no todo tiene que ser así, y la verdad es que a pesar de ser una historia tan sencilla resulta ser sorprendentemente muy disfrutable.
La historia gira en torno a un peculiar conductor de autobuses que vive su vida manejando entre pueblos piñatones del interior de Argentina, todos le conocen por el mote de “mudo” ya que platicador no es, En sus quehaceres diarios conoce a una maestra rural con sueños de libertad, Un día ella le pide un simple favor al conductor y ahí empieza el bonito desfile de situaciones chuscas. A pesar de que la idea de la historia haga parecer a esta película aburrida o sosa, es muy entretenida y se agradece mucho que con una historia tan sencilla y sin innecesarios clichés nos cuente una historia de amor muy creíble y orgánico.
Tal vez por ahí tengamos que reprocharle el hecho de que una historia paralela a la principal nunca se llega a desarrollar por completo (el hermano de la protagonista se mete en quilombos), pero podemos verlo simplemente como un accesorio a la trama que nos compete, así tal cuál como es la vida misma.
¡Hay que verla, esta en Netflix!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario