Primer largometraje del Señor Duncan Jones (Hijo de David Bowie) que lo hizo ganador a un premio BAFTA como mejor opera prima de un escritor inglés. En esta nos relata una historia muy sencilla en forma, pero harta compleja de fondo. Nunca antes había definido una historia de sci-fi como simplemente: bonita.
Bien se dice que no hay nada nuevo bajo el sol, y es probable que eso sea del todo cierto. Pero también es verdad que con todo lo que existe ya podemos componer cosas interesantes y agradables. Pensemos por ejemplo en que tenemos chocolate en polvo, fresas y nueces. Esas tres cosas son ricas y rulean, pero cuando las metes en una licuadora para hacerte un desayuno de campeones entonces rulean mucho más, ¿cierto?, algo muy similar pasa con esta cinta; no nos presenta ningún dilema que no hayamos visto antes en cine, tampoco tiene efectos especiales impactantes, la historia es hasta cierto punto predecible, pero… ver todo junto es altamente gratificante. Diremos que esta película es como si metieras en la licuadora a las películas: 2001 de Stanley Kubrick, Cast Away (el naufrago Tom Hanks) y The island (con Ewan McGregor). Las mezclas a punto de nieve y obtienes una experiencia audiovisual única.
La historia es sencilla como comentaba; en un futuro no muy lejano hay una compañía que se encarga de recolectar un componente llamado helium-3 de la luna, se recolecta y se manda a la tierra, de esta manera se obtiene energía limpia y todos felices. El encargado de hacer ese trabajo en la luna es el señor Sam Bell, de hecho él es el único que tiene que vivir en la luna por su contrato de 3 años. Todo va muy bien, de hecho esta feliz por que en dos semanas regresa a casa, pero empieza a tener visiones raras y entonces se entera que es probable que no sea el único ser vivo por esos lares. El encargado de ayudar a nuestro solitario amiguito es un sistema de inteligencia artificial muy simpático que nos recordará un poco a HAL, aunque obvio que en el transcurso de la historia no sabremos si en realidad esta ahí únicamente para “ayudarlo”.
Una vez mas el mensaje que nos deja tiene mucho que ver con las implicaciones morales de las prioridades capitalistas, no podremos evitar sentir tristeza de que a unos les toque jugar del lado equivocado de la mesa de ping-pong. Pero aun así y con todo lo triste que puede llegar a ser la cinta, el final es feliz. Y para una película donde hay mucho sufrimiento esto es un lujo que sí nos podemos dar.
1 comentario:
visualmente impecable pero... somnífera
o será que estaba ebrio :P
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