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20.3.08

El Osito Apoplejía

Había una vez en cierto bosque una osa que estaba en edad de merecer. Andaba por el mundo haciendo cosas de osa. Un buen día mientras comía unas ramitas se encontró con un oso que haciendo caso a su instinto antes que a su pena (o quizás a su pene antes que a su pena), se acerco a ella:

-Hola osa -le dijo él-, pues mira tu y yo y las estrellas, ¿cómo ves? ¿te late? ¿jalas o te pandeas? ¿coges o te vas a pata? (a los osos se les quita rápido la pena).

Al ser el primer oso que le hablaba de manera tan tierna, ella cedió a sus impulsos dejando que el momento la llevara. Antes de despedirse quedaron en tomar un café un día de estos en uno de los lugares de moda que están junto al río. Dicho encuentro sucedió a finales del verano, la osa siguió con sus actividades normales previas al invierno sin saber que había quedado embarazada porque el oso no fue un caballero y no se había cuidado como lo prometió (para una osa es difícil saberlo entre tanto pelo y olor a salmón).

Llegó el momento en que la naturaleza llamó a la osa para hibernar. La cosa es que mientras dormía nació su cría recuerdo de aquel oso poco cuidadoso. Quizá fueron los Diazepames que tomaba para dormir o el hecho de que se los pasaba con Whisky para que no se le atoraran en la garganta, pero la osa no despertó para nada mientras daba a luz.

Al parecer el osito nació sin demasiado sueño porque después del shock inicial (porque no es fácil tampoco para los osos la cosa de los partos) se dedicaba a recorrer la cueva donde estaban, a trepar entre los demás osos, a olerles sus traseros como una forma de presentarse el mismo en sociedad (o en suciedad a veces), en fin, hacía cosas de oso también.

Un buen día, mientras se alimentaba de manera lactante junto (pegado, agarrado, incrustado) a su madre, ella, sin percibir que el estaba allí, se dió una vuelta para acomodarse (porque le estaba calando una piedra en cierta parte de la espalda que se había lastimado hacía un par de años y en la cual le daban reumas con el frío) apachurrando al osito. El resto del invierno ambos se la pasaron en esa posición, la osa voluntaria, el osito involuntariamente.

Esta inmovilidad le provocó al osito un coágulo que le causó una apoplejía. Entonces, perdió la movilidad de sus extremidades además de su capacidad de comunicarse como se comunican los osos. Pero no es algo triste, no lo es para nada, porque este fué solo el inicio de sus plantígrado-vivencias-catarreces-aventuras como el Osito Apoplejía.

¡Chan, chan, chaaaaaaaaaaaaaaaaan!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja, che pato.

yo ya lo vi!!!

pero no recuero donde... solo vagos recueros de una pared verde, catarrez y asi.

Anónimo dijo...

Leer esto es como conocerte Pato, uno no sabe si reír, sacarse de onda o ponerse triste jajaja, en fin, lo que si estuvo chingón, es que la historia estuvo llena de sexo.

Para cuando posteas unos dibujines con todo e historia del osito?