Jesús es mi alcohólico anónimo.

Eso dice Lupita Dalesio en una revista de chismes. Hay que joderse me digo. Por que esta tontaculada no es única, se repite cada vez con mas frecuencia, y no de ahora, desde hace siglos, convirtiendo casi toda forma de culto cristiano en religión de parias y de jodidos. Por que ahora resulta que no solo cargamos a cuestas un pecado que no cometimos, ni tenemos un Dios al que tememos, si no que, lejos de ello, Jesús se sacrifico para redimir a junkies y ajumados dipsómanos. Con tamañas palabras y semejantes pensamientos, vislumbro por fin, tonto de mi, la luz y veo la verdad del mundo y del universo entero. Y es que hay que ver, si hacemos una tabla comparativa de las naciones mas jodidas y la religión preponderante en esas naciones, nos encontramos –hilo negro a la vista- con que son mayoritariamente cristianas-católicas.

Cachapuaz. Rugen mis dogmas y el velo seculorum de mis ojos comienza a descender. Pero si ha estado ahí siempre, me digo, basta con ver las Bianventuranzas; una apología completa al fracaso, a la derrota y a la miseria, la consagración contumaz del caído, del abismo y de la mas profunda oscuridad del alma humana. Y de ellos serán los cielos y la gloria y la vida eterna. Así, por los huevos. El merito cristiano no radica ya en el merito mismo, si no en haber caído en las mas lóbregas tinieblas, en ser lodo impuro y corrompido. Y no solo eso, se necesita además conformarse, ser feliz con la propia suciedad y avergonzarse del triunfo y del brillo, teniendo a la pobreza como la mas alta manifestación de la fe y de la virtud. Antes un camello que un rico, mejor una puta que un mercader, antes un asesino arrepentido que un Job prospero y feliz. Lejos quedo el mensaje de la propia suficiencia y de la propia valía, el mensaje que nos decía que con decisión podríamos mover montañas.

Hemos convertido la religión en un asidero para los pusilánimes y los perdedores, en un refugio para la mediocridad y la autocomplacencia. Y después de eso no queda nada. O mejor dicho quedamos solo nosotros, tal cual somos, sin aspiraciones y sin mañana. Con toda la justificación necesaria –divinizada además- para no esforzarse, para vivir como bestias, descargando nuestra culpa y nuestra responsabilidad, nuestro propio fracaso, en figuras lejanas e intangibles como el demonio y el pecado. Incapaces de reconocer que el único pecado real y corpóreo es conformarnos, rendirnos, adaptarnos, auto conmiserarnos.

Dios a muerto, sentencio hace mas de un siglo Nietzche, y sin embargo nunca estuvo tan vivo como ahora. Tenemos ya un Dios hecho a la medida de cada una de nuestras deficiencias. Dios es hoy el imperecedero comodín para nuestra irresponsabilidad, para nuestra desidia. Dios es la descarga de todo lo malo que tenemos y que no queremos reconocer como propio, es nuestra ultima salida polifuncional para nuestras meteduras de pata, es el chivo expiatorio de nuestros fracasos y el diablo es el pedo que nos tiramos mirando acusadores al vecino de al lado. Y Jesús ni en cuenta, metido en su nuevo papel de conductor designado, consolando a arrepentidas beodas chochas, mientras la Biblia se ha convertido en el primer libro de superación personal, en el primer carlocuahutemosancherismo de la historia escrita, en la guía para el necio insensato que vive culpando a todos por sus malas decisiones y que busca quien lo justifique y pague el pato.

Según entiendo, los protestantes y algunas corrientes como el Opus dicen que Dios te dio habilidades, dones y capacidades y que explotándolas lo glorificas y si no lo haces, palabras mas, palabras menos, eres un pendejo.

No se ustedes, pero yo, que soy un hereje porfiado y procaz, prefiero pensar que somos un accidente de la naturaleza, una mala broma del azar y la fortuna, tan solo el grano en la ingle del equilibrio, pero si de decidir creer se trata, prefiero a ese Dios que te exige y te denosta por tus yerros, que a ese Dios barco que te ama solo si estas hundido en la boñiga y te sirve como pretexto para no oler tu propio trasero.

HOMERO místico emergente de pacotilla tornasol.