Estamos jodidos. Que el último apague la luz y cierre el changarro. Este país se ha ido al carajo. Es ya problema de los gringos, que lo arreglen o le den la estocada postrera, ellos o los chinos o quien tenga güevos y la inocencia inconsciente para pensar que puede cambiar. Yo me declaro vencido, impotente ante la evidencia tangible y contundente, ante la ruindad paria de mi paisanaje, ante la degradación sistemática y complaciente de mi cultura, de mis maneras, de mi historia, hasta de la memoria genética y el rh de los mexicanos, que también es el mío.
Y no, aquí ya no queda eso de que también crecen flores en el fango. Por que ya ni siquiera se trata de cultura con mayúsculas, si no de simple, elemental y llana educación, esa que uno recibe en casa. Basta con mirar un momento y concentrarse en lo básico, en lo primario. Basta con salir a la calle y entrar a un oxxo o a una gasolinera o a una dependencia de gobierno, a una empresa o a cualquier parte, para comprobar aterrado cómo una horda de gañanes nos han invadido en todos los niveles. Desde el dependiente mas humilde hasta el estudiante, el político, el empresario, el académico. Todos, casi todos, son en el fondo lo mismo. Catetos, labriegos, burdos, ignorantes, zafios, iletrados, incultos, palurdos, patanes, destripaterrones, arrieros, paletos, zoquetes, que esgrimen su ruindad y ordinariez bajo la bandera de la naturalidad y la igualdad. Y es que dejémonos de eufemismos y de miedos al que dirán. Seamos francos, por que la verdad es que ni todos somos compadres, ni todos somos iguales ni lo seremos, por mas que queramos, en nuestra repajolera vida.
Y es que no se ustedes, pero yo estoy harto de toparme a diario con tanto bellaco. Cualquiera que sea su oficio, su posición y su calaña, tipos y tipas que te tratan como si hubieran dormido 20 años juntos o se hubieran ido de putas y de borrachera desde siempre. Fulanos a los que dices un buenos días antes de comprarle o de venderle algo, o al llegar a un sitio y que se quedan como si tal cosa, sin contestar jamás el saludo , limitándose si acaso a un movimiento de cabeza. Como si hubieran sido criados por lobos y el buenos días o el buenas tardes les fuera ajeno y harto complicado. Y encima te miran con mala fe cuando no les das propina por burdos y mal educados.
O están los otros que te tutean a quemarropa. Vulgarcitos igualados que te hablan de tu, sin haberse mirado la cara jamás, y que siguen insistentes tuteándote por mas que les remarques el usted para ver si se dan cuenta de que no se han ganado ese derecho, ni esa confianza. Pero como si ni se enteraran. Entre estos tipos no falta del hombre o la mujer madura que te sale con esa mamada de “háblame de tu, si no estoy tan viejo” como si el trato correcto tuviera algo que ver con la edad y no con educación y el respeto o con la delimitación de distancia.
Quizás exagero, pensaran, incluso hay ocasiones que me doy nauseas por antiguo. Pero el problema es que esas situaciones que despiertan mi mas profunda intolerancia y que descubren mis mas obscuros abismos de abyección están a la orden del día. Hoy, sin ir mas lejos, me desayune con la llamada de un tipejo de Nogales, Sonora, que con el mas absoluto descaro y falta de educación me tuteaba de una forma tan procaz, como si acabáramos de bebernos la décima cerveza, y por mas que le acentuaba exageradamente el usted seguía sin inmutarse. Cuando me dijo que quería un tanque de 1000 litros decidí que no valía la pena soportarlo, así que le dije que no hacíamos ollas, si no tanques industriales y se puso muy indignado. Es lo bueno del teléfono, que si quieres y te vale perder una venta le cuelgas y ya esta.
Pero el día no acabo ahí. Al salir a la calle un taxista se detiene en la acera, junto a mi, “¿cual es la calle tal?” me dijo, así sin proemio alguno, y yo que ya iba cabreado por lo del sonorense, volteé con la cara mas llena de desprecio, que guardo para ocasiones especiales, para increparlo diciendo que primero esta el buenos días y la educación, y después de darle la dirección, claro, ni las gracias ni nada. Y para rematar la mañana un pelado escupiendo y unas tipejas jóvenes, con uniforme escolar en un puesto callejero, tragando como cerdos con la boca abierta, hablando con una bajeza y una ordinariez indescriptible y sentadas despaturradas, nada mas falta que se empiecen a rascar el coño, pensé.
Soy intolerante lo se. Y se que a esa chusma infame, con la que tuve la desgracia de cruzarme en unas pocas horas, es imposible prohibirle que salga a la calle. Tienen derecho a comer, a ir al cine , a entrar a un restaurante, a buscar un tanque, a vivir. Y la sociedad y el mundo giran cada vez mas en torno a ellos, se adapta a sus costumbres, a sus necesidades, a sus gustos, a su manera de ser, pensar y actuar. Ellos mandan, ellos pagan con su dinero, ELLOS EDUCAN-que horror-, ellos son mayoría, hasta el punto de que ese ellos terminara por convertirse en nosotros. Y ante ese dominio, pretender imponer. o simplemente utilizar, normas, disciplinas, actitudes que apoyen una conducta moral y socialmente distinta no solo es anticuado e inútil, si no que además es peligroso y políticamente incorrecto, por que coloca a quien no comparte en un intolerante anacrónico, un fascista y un pendejo. Además esos tipejos y tipejas tienen la razón, dejaron atrás el fingimiento y se comportan por fuera como son en verdad por dentro. Para que jodernos la vida con normas y formas inútiles y estorbosas si ser “natural y abierto” es mas fácil y mas cómodo. Siglos enteros buscando el conocimiento, tratando de educarnos, perfeccionando las forma y las normas sociales y ya ven, no sirven para nada. Lo espeluznante es eso, que lo veamos con la mayor naturalidad y lógica evolutiva. Así es la decadencia. Como lo dije, estamos rodeados y estamos jodidos.
HOMERO margaritense anti-mexica
1 comentario:
eeaa!, ese mi homer!
pues si man, asi es la gente de estos tiempos... que le va uno a hacer?, mejor a comprarse un submarino nuevlear mediano y atacar paises tercermundistas... no hay de otra.
saludetes man
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