¡Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del odio siempre activos
y los ojos del Juez, siempre despiertos!
PBP Almafuerte
Sin piedad, sin compasión , sin duda, sin tregua, no piensa dos veces antes de atacarme con el arma mas temida, con el espejo que le dieron, que le han dado los años de estar conmigo, simplemente me muestra tal como soy, derrumba mis defensas, mis mascaras, me desarma y me desnuda, me deja frágil, expuesto, montado en el esqueleto de mi yo verdadero. Me conoce a fondo, salvo algunos resquicios, algunos callejones a los que nadie entra. Solo alguien que te conoce así te puede dañar, y solo con alguien así puedes hablar de frente, con verdades absolutas. También a mi me basta un silencio o una palabra debidamente acentuada y con la intención necesaria para romper sus defensas y continuar la lucha o hundirle el metal hasta el hueso.
Pocos saben que existe, nuestro odio es particular, secreto, personalísimo, egoísta, no se expone, no se comparte, nadie lo entiende. Nos odiamos furicamente, con un odio antiguo, letal, definido, lo suficiente como para haber permanecido juntos por seis años, con los cuerpos muy juntos, desconfiados, vigilándonos las manos cada momento, buscando el puñal, la daga que dará la estocada. Miradas mortales, movimientos amenazadores que hacen descubrir que lo mejor es permanecer cerca del peligro para evitarlo, para no perder la concentración, evitar a toda costa el fragmento de segundo necesario para caer herido de muerte. Desdeñando después de eso a cualquier enemigo, encontrando, después de nosotros, cualquier batalla ganada.
Quienes saben de ella cuestionan el sentido de la permanencia, la necesidad insana de ese constante flujo de adrenalina que nos provoca nuestro odio, mal interpretan las palabras, no entienden que es mejor el completo conocimiento sincero de un enemigo que las medias palabras con otro cualquiera, ellos jamás se quitan la mascara, ni conocen la comunión espiritual, la liberación que provoca tener a alguien que te muestre tal cual eres cuando se te a perdido el espejo o cuando el agua se pone tan turbia que no refleja nada.
Hoy mi mayor enemiga y yo nos dimos tregua, bajamos las armas por un momento y dejamos de odiarnos un poco. Seis años de lucha dejan sus marcas y sus secuelas. Así que cada quien tomo camino y fijo rumbo hacia nuevas batallas antes de dejar de odiarnos por completo, quizás algún día nos odiemos lo suficiente de nuevo para continuar con la batalla. Hasta entonces estaré afilando mis armas, preparándome para la lucha, para la estocada final, sacudiéndome los vestigios de piedad del cuerpo sin bajar la vista, sin descuidar los pasos, en la guerra no existe concesiones, ni gloria sin muerte.
HOMERO
2 comentarios:
entonces este fin es fin de juerga soltero? jaja, na, al rato vuelven
que estes bien master, hay debes una partida de chess
buen hermano ... otro sentido narrativo que no te conocia bien ...muy real, muy humano... me latió !!
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