Desde que lo vi, perdí todo deseo con otros… algo había en su fina figura y su pálida faz que quedé prendada de él.
Ahora que lo conozco íntimamente se que jamás sería feliz a mi lado, vivir, vivir por el, despertar al alba y desear estar en sus brazos era lo único que me movía, sentir mi cuerpo vibrar al contacto con sus labios.
Pero el no siente igual, sus arrebatos de ira y su forma de ser tajante hacia mi, me hicieron suponer que solo buscaba mi cuerpo y no mi alma, mis sentimientos mas profundos, mi amor en una palabra.
Pasé varias lunas llorando mi desdicha, pidiéndole al eterno me diera el corazón de aquel a quien yo tanto amaba, pero nunca fue así. Atada a sus caprichos le permitía todo dejando a un lado incluso mi dignidad de mujer.
Cartas escritas que le mandaba eran olvidadas después de que el las leía sin dar importancia a mi dolor.
Pero siempre era así, aprendí a sobrellevarlo a tratar siempre de agradarlo, lo amaba demasiado era mi única razón.
Obsesionada por él, llegué al punto de ofrecerle mi vida, aquella fría noche de Diciembre…grave error…no hice caso a las advertencias de aquellos que insistentes me aconsejaban olvidarlo y buscar el verdadero amor en otro hombre, ya había recibido varias proposiciones, pero jamás las acepté; él era el único, el primero, mi vida entera y así fue le dí mi vida entera.
Con la virtud propia de los malditos, que se pasean entre las sombras y seducen, persuaden y engañan, me preguntó susurrando a mi oído: ¿morirías por mi?- sus manos recorrieron mi cuerpo posando suavemente sobre mi cintura, su aliento calentando mi cuello, la manera en que acercaba sus pulgares a mi vientre bajo…entonces respondí sin dudar y excitada, por ti morir sería como vivir.
Una frase incongruente, pero que encerraba cierta verdad en ello, volvió a preguntarme, ¿en realidad sabes lo que te estoy preguntando?, ¿estás conciente, tu…morirías?.
Yo respondí inmediatamente, rozando mis labios con los de él, si muero por ti no me importa- el cielo se estremeció a mi respuesta, una fuerte ráfaga de viento nos envolvió, un terrible escalofrío recorrió mi piel, crispando mis sentidos, a lo lejos se oyó el aullido lastimero de un perro, que por los sonidos que emitía se diría que estaba viendo al mismo demonio, mi primera reacción fue abrazarme con fuerza hacia mi amado, lo rodeé con mis brazos por la cintura recargando mi cabeza en su pecho, él abrió su gabardina negra como la noche y fría como ese viento que silbaba entre los árboles marchitos y me cubrió, me sentía segura.
La faz de la luna se asomaba entre nubarrones ondulantes que palidecían al paso de la luz, el crepúsculo terrible presagiaba el final.
Sea pues, dijo él, y me besó profundamente, tiernamente, con una pasión que jamás me había demostrado, acariciaba mis mejilla con sus largos dedos y su brazo fuerte me cubría con amor, acercó sus labios a mi cuello, al principio tierno y cariñoso, después pude sentir que me mordía, advertí que sus colmillos traspasaban mi carne y mis latidos se aceleraron de manera convulsiva, en ese instante percibí como nunca lo había hecho, que su pecho latía y su excitación parecía estar alcanzando el clímax.
Pronto la sangre de mi cuello comenzó a botar cual fuente constante, mi visión se nublaba, tuve miedo, terror de muerte, intenté zafarme, pero el me tenía atada con sus brazos, levante la mirada al cielo y pude observar la luna, tal vez por última vez, aquel aullido canino se hacía cada vez mas lastimero y espectral, sentía un dolor paralizante en todo mi cuerpo, lo último que vi fue el fuego en los ojos de aquel maldito.
No se con exactitud que me sucedió después de ese transe…algo es seguro y se trata de algo que ya no puedo sentir, mi corazón no late mas ni mis pulmones inhalan mas, mi piel se ha tornado prístina, excesivamente pálida, sin mencionar que ya no puedo deambular a la luz del día, realmente morí y viví si a esto se le puede llamar vida.
Si… aún lo amo y ahora se que algo muy profundo dentro de su ser también me ama…de no ser así no me hubiera dado esta nueva vida y esta nueva oportunidad de vivir una eternidad a su lado.
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